La tumba de Pashedu
Responsable de las excavaciones de las tumbas reales, Pashedu inscribió en su tumba textos sagrados para garantizar su vida en el Más Allá.
Escriba sentado, con un papiro colocado sobre sus piernas. Museo Egipcio. El Cairo
La
lengua egipcia apareció por primera vez por escrito en torno al año 3300 a .C. y se desarrolló de
forma continua como lengua viva hasta el siglo XIV d.C. A lo largo de esos más
de cuatro milenios, el idioma experimentó una profunda evolución, de modo que
entre el egipcio medio –la fase de la lengua en la que se escribió el famoso
Cuento de Sinuhé– y el copto podría haber tanta distancia como entre el latín y
el castellano.
Además, en las distintas regiones de Egipto se hablaban diferentes dialectos de la lengua egipcia, con lo que, por ejemplo, era habitual que un habitante del Delta tuviera dificultades para entender a otro de Elefantina.
Frente a esta notable transformación de la lengua hablada, la escritura jeroglífica da una impresión de inmutabilidad, de una escritura sagrada que se habría mantenido invariable durante siglos. Se trata, sin embargo, de una impresión engañosa, pues a lo largo de la historia egipcia no sólo hubo distintos sistemas de escritura, además de los jeroglíficos, sino que éstos evolucionaron de modo diferente, incluso en la época de dominio griego. Aun así, algunos principios básicos de la escritura jeroglífica se mantuvieron siempre vigentes.
Además, en las distintas regiones de Egipto se hablaban diferentes dialectos de la lengua egipcia, con lo que, por ejemplo, era habitual que un habitante del Delta tuviera dificultades para entender a otro de Elefantina.
Frente a esta notable transformación de la lengua hablada, la escritura jeroglífica da una impresión de inmutabilidad, de una escritura sagrada que se habría mantenido invariable durante siglos. Se trata, sin embargo, de una impresión engañosa, pues a lo largo de la historia egipcia no sólo hubo distintos sistemas de escritura, además de los jeroglíficos, sino que éstos evolucionaron de modo diferente, incluso en la época de dominio griego. Aun así, algunos principios básicos de la escritura jeroglífica se mantuvieron siempre vigentes.
Animales,
plantas y objetos
Los
jeroglíficos se basaron casi siempre en la representación de elementos de la
realidad de los antiguos egipcios, desde seres humanos y animales hasta objetos
celestes, plantas, utensilios diversos o todo tipo de construcciones. Estos
signos fueron utilizados en un inicio como logogramas, es decir, signos cuyo
significado es el elemento que representan. El concepto «casa» se escribía
mediante el plano esquemático de una vivienda de una habitación, y la palabra
«cara», con una cabeza humana mostrando el rostro de frente. En estos casos un
pequeño trazo vertical se situaba detrás o debajo del signo para indicar que
éste estaba siendo usado al modo de un logograma.
La piedra de Rosetta
Este decreto de Ptolomeo V permitió a Jean François Champollion descifrar los jeroglíficos. Museo Británico, Londres.
No obstante, pese al gran número de jeroglíficos que los egipcios llegaron a crear –unos 750 en la época clásica de la lengua egipcia–, era imposible que hubiera uno para cada elemento de la realidad. Además, existían conceptos abstractos que no podían representarse directamente de forma gráfica. Era necesario, pues, encontrar un método para expresar nuevos significados con los signos jeroglíficos ya existentes. Uno de ellos consistió en utilizar los signos de forma simbólica para referirse a conceptos relacionados con el elemento representado. Por ejemplo, el signo que representa las banderolas situadas en los pilonos –puertas de entrada monumentales– de los templos pasó a designar el concepto de dios, dado que en los templos se guardaba la estatua de la divinidad. Otro caso es el signo del sol; como logograma designaba directamente el astro rey, pero podía también emplearse simbólicamente para indicar conceptos vinculados al tiempo, como «día», a partir de la idea de que el sol, en su movimiento por el cielo, marca el paso del tiempo.
El templo de Medinet Habu
En este templo funerario construido por el faraón Ramsés III en la orilla occidental de Tebas todavía pueden verse varios jeroglíficos con el nombre del monarca y escenas en las que el faraón se muestra ante los dioses.
Como este método todavía era insuficiente, los egipcios terminaron por desarrollar un sistema de escritura fonética, en el que los signos representaban los sonidos o fonemas de la palabra tal como se pronunciaba en lengua egipcia. Para ello tomaron como punto de partida los jeroglíficos ya existentes, que empezaron a utilizar de modo parecido a las letras de nuestro alfabeto. Por ejemplo, el signo que representa un antílope y que se pronunciaba jw, fue utilizado para escribir palabras en las que apareciesen los sonidos jw, aunque no tuvieran nada que ver con el significado original de «antílope»; es el caso de jwa.wt, que significa «herencia». En algunos casos, los jeroglíficos representaban un único sonido fonema. Por ejemplo, «vientre» en egipcio se pronunciaba khet, por lo que para representar un sonido similar a la «j» se empleó un signo que representa la zona del vientre de una vaca, con las ubres y la cola.
Este método de escritura fonética tenía el inconveniente de que había palabras
que se escribían igual y que podían confundirse. Para sortear este riesgo los
egipcios desarrollaron un ingenioso procedimiento, que consistía en incluir al
final de cada palabra un signo para indicar a qué clase de objetos correspondía
y distinguirla de esta manera de otras palabras de igual ortografía. Estos
signos son los llamados determinativos.
Pectoral de oro de la princesa Mereret hallado en Dashur. Dinastía XII. Museo Egipcio, El Cairo.
Familias
de palabras
Gracias
a los determinativos se podía saber que la palabra en cuestión correspondía,
por ejemplo, a un tipo de planta concreta, como se ve en los términos jaq.t «puerros»,
o tjit«tomillo». Los mamíferos cuadrúpedos se indicaban con un
determinativo consistente en una piel de animal y su cola; así se designaba una
pantera, aby, un chacal wenesh, o un gato miw. Para identificar
los términos abstractos se usaba un determinativo en forma de rollo de papiro
sellado, ya que el papiro se asociaba con el pensamiento conceptual. De este
modo, el verbo «escribir» se formaba con el signo de la paleta del escriba más
el determinativo que indica que se trata de un concepto abstracto. En cambio,
el «escriba» se designaba con el mismo signo de la paleta, pero con el
determinativo de un hombre sentado, para indicar que era un oficio.
Las palabras podían contar con más de un determinativo, y durante el Imperio Nuevo el número de determinativos empleados en cada palabra se multiplicó. Dado que los jeroglíficos se escribían de forma continua, sin espacios entre las palabras, los determinativos cumplían también otra función no menos importante: la de ayudar a localizar fácilmente el final de cada término.
Las palabras podían contar con más de un determinativo, y durante el Imperio Nuevo el número de determinativos empleados en cada palabra se multiplicó. Dado que los jeroglíficos se escribían de forma continua, sin espacios entre las palabras, los determinativos cumplían también otra función no menos importante: la de ayudar a localizar fácilmente el final de cada término.
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