Han sido víctimas de
la trata con fines de explotación sexual y desde esta línea suprimimos el
término de víctima. Estamos hablando de mujeres valientes, que se han
enfrentado a viajes largos, a veces acompañadas de decenas de mujeres para la
explotación sexual, sólo acompañadas de la soledad y de su fortaleza para
resistir a los obstáculos, a los abusos y al miedo. Mujeres supervivientes
natas, que por el mero hecho de nacer niñas se han enfrentado desde su infancia
a una mayor vulnerabilidad, que han tenido que aprender a sobrevivir en
territorio hostil, sin saber con quiénes se encierran en una habitación y donde
no sólo se quedan desnuda sino también expuestas a todos los maltratos.
Escenarios donde ellas mismas hacen las veces de vendedor y de producto
vendido, en un limbo jurídico en el que si no tienen papeles no podrán acceder
a ningún derecho y si los tienen, tendrán la espada de Dámocles pendiendo sobre
ellas si no siguen cotizando a la Seguridad Social. Mujeres que fueron traidas a
nuestras calles y carreteras sin saber que una vida mejor para ellas y sus
familias significaba ser prostituidas y contraer una deuda de decenas de miles
de euros o, en otros casos, sin saber en qué condiciones ni cuánto tiempo les
costaría recuperar la libertad. Trabajadoras pobres de países empobrecidos
convertidas en esclavas sexuales para los hombres de los países ricos.
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