jueves, 25 de octubre de 2012

Darvinismo Social y Eugenesia



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Una de las aplicaciones de la teoría de la evolución consiste en contemplar a la sociedad humana como una palestra donde tiene lugar la lucha por la existencia. Dicha actitud recibe el nombre de Darvinismo Social, aunque se inició antes de Darwin, con Herbert Spencer. Este aducía que se debía dejar que la selección natural siguiera su curso en la especie humana. Los gobiernos no habían de hacer nada para socorrer a los pobres, los débiles y los desamparados. En la naturaleza, los animales pobres, débiles y desamparados y sus rasgos hereditarios inferiores, son erradicados por la selección natural. Lo mismo debía ocurrir en la sociedad humana, según Spencer. Los gobiernos tenían que dejar que el proceso cósmico actuara por sí solo, ya que perfeccionaría a la humanidad a través de la selección de los más aptos. Ayudar a los seres humanos deficientes sólo serviría para degradar la especie, al permitir a éstos que tengan hijos y transmitan así su tendencia hereditaria al fracaso.
Cuando Spencer viajó a América en 1882, fue recibido como una celebridad. El darvinismo presentaba un gran atractivo en una sociedad capitalista liberal, ya que podía justificar incluso la competitividad más despiadada y sobre la base de que la competición perfeccionaba a la humanidad. A pesar de prometer el perfeccionamiento futuro de la especie, el darvinismo social era profundamente conservador, al contemplar cualquier reforma como un intento de forzar las leyes de la Naturaleza. El darvinista social estadounidense Edward Youmans se dolía amargamente de los abusos de los potentados rapaces, pero cuando se le preguntó que proponía que se hiciera con ellos, replicó: “Nada”. Sólo siglos de evolución podían aliviar los problemas humanos.
A pesar de su frecuente debilidad por Spencer, los psicólogos norteamericanos tenían relativamente poco que hacer con el darvinismo social. En cambio sí que mostraron un interés muy activo por otro programa social de raigambre darvinista: la eugenesia. Galton había afirmado que la evolución no debía abandonarse a la evolución natural, sino que se le debía ayudar por medio de la selección artificial. Norteamérica prestó pronta atención al consejo de Galton, y algunos psicólogos se mostraron dispuestos a colaborar en la tarea eugenésica. La herencia debía mejorarse mediante la detección y selección de los más aptos, y la detección y eliminación de los ineptos.
Antes incluso de 1859, los norteamericanos habían abrigado sospechas de que características tales como la embriaguez, la prostitución y el crimen eran innatos, y la llegada del darvinismo intensificó dichos temores. Con todo, la eugenesia de Galton se diferenciaba de la eugenesia estadounidense en un aspecto importante. Galton no tenía planes para los ineptos, sólo pretendía fomentar la multiplicación de los aptos. Los norteamericanos adoptaron el camino opuesto, no haciendo nada para desposar entre sí a los idóneos, e intentando, en cambio, evitar la reproducción de los ineptos, recurriendo a medios tales como la esterilización.
Las necesidades eugenésicas contribuyeron en gran medida al estudio de las diferencias individuales y al desarrollo de los tests mentales, especialmente los test de inteligencia. Los ineptos debían ser localizados, si se pretendía eliminar sus genes de la circulación. Los test llegaron a ser, y en algunos aspectos aún lo siguen siendo, una obsesión nacional.
Los primeros test utilizados por los psicólogos norteamericanos fueron bien los de Galton, bien los de Wundt. Los resultados sugirieron que los criminales, vagabundos, prostitutas, y delincuentes juveniles tenían todos un bajo nivel de inteligencia. La “amenaza de los débiles mentales” comenzó a obsesionar a muchos.
Los psicólogos también desempeñaron un papel activo en el programa de tests del Ejercito durante la I Guerra Mundial. Los psicólogos militares elaboraron un test de inteligencia simplificado, que se utilizó para seleccionar posibles oficiales entre las filas de reclutas. Sus conclusiones, empero, parecían mostrar que los débiles mentales eran incluso más numerosos de lo que en un principio se había pensado. Recibió una rápida difusión el hecho de que alrededor de la mitad de los norteamericanos blancos y bastante más de la mitad de los negros eran “retrasados mentales”. La amenaza de los débiles mentales se identificó con la amenaza de las masas. Los psicólogos aplicaron también el test de inteligencia a los inmigrantes y llegaron a la conclusión de que la mayoría de ellos eran débiles mentales (posiblemente porque los tests estaban redactados en inglés).
El movimiento eugenésico, capitaneado inicialmente por biólogos como Charles Davenport, instó al gobierno a que pasara a la acción, y consiguió su propósito. A finales del siglo XIX, los estados empezaron a aprobar leyes que permitían a los jueces esterilizar a la gente que presentaba un amplio abanico de rasgos antisociales supuestamente hereditarios, incluida la idiotez. Tales esterilizaciones se han venido haciendo, al menos hasta la década de los 60. Los tests militares fomentaron el racismo, debido a sus hallazgos sobre la inteligencia negra, y se adoptaron o fortalecieron leyes contra los matrimonios mixtos entre blancos y negros: el congreso tomó en serio el siguiente argumento contra la inmigración, esgrimido por el presidente del Instituto Nacional de Inmigración, Broughton Brandenburg: “No es vanagloria afirmar que hemos creado a 60 millones de los mejores ejemplares de personas que el mundo haya conocido nunca. Nadie hay hoy que nos supere. En consecuencia, cualquier raza que admitamos en nuestro cuerpo social será sin duda más o menos inferior”. El resultado fue la adopción de cuotas de inmigración, que limitaban estrictamente la entrada de personas que procedieran de poblaciones “inferiores”.
Debe señalarse que la mayoría de los psicólogos y biólogos no fueron eugenésicos y algunos de ellos se opusieron activamente a sus medidas. Sin embargo, lo que realmente liquidó al movimiento eugenésico fue el nazismo. La matanza por Hitler de 6 millones de judíos mostró a que fin podía conducir en último término el deseo de eliminar a los “ineptos”. La eugenesia, a pesar de ello, no desapareció del todo. Todavía quedan psicólogos que sostienen que los negros son, por naturaleza, menos inteligentes que los blancos, mientras que en biología los consejeros genéticos intentan persuadir a los portadores de rasgos no deseables a que no tengan hijos. Por último, algunos de sus adversarios piensan que la aparición de la sociobiología, que sostiene que los genes influyen en toda la conducta humana, señala un resurgimiento de la eugenesia y del darvinismo social.
Thomas Leahey
(Historia de la psicología) Ed. Debate. 1980

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