martes, 8 de enero de 2013

Y tú, crees que tu problema hoy resultó tan duro?....

Aisha, de 21 años, se aferra a sus dos hijos mientras relata su historia de horror.

Creció en Mogadiscio, la capital de Somalia, donde se enamoró y, hace cuatro años, tuvo un hijo sin haberse casado

Cuando su familia la amenazó de muerte por haber destruido su "honor", escapó.

La joven se animó a realizar un peligroso viaje con contrabandistas, por el océano Índico hasta Yemen, hacia lo que ella creía sería una vida mejor. En cambio, ahora Aisha y otras cuatro mujeres ocupan ilegalmente una vivienda en el tugurio de Basateen, en la sudoriental ciudad portuaria de Aden. Cada día piden limosna y, a menudo, se prostituyen por dos dólares el servicio. Luego dividen sus magras ganancias con su proxeneta. “Solo quiero ir a un lugar más seguro para mis hijos. En otro país”, suspira Aisha.

Las redes internacionales de tráfico de personas se expanden en Yemen, y con la pobreza como factor clave, las mujeres explotadas sexualmente son las víctimas más vulnerables. Aunque el futuro de Aisha pueda lucir sombrío, su destino es mejor que el de una muchacha etíope de 17 años que falleció sola en un hospital de Haradh, en la frontera entre Yemen y Arabia Saudita. Comprada y vendida dentro de la red de tráfico que opera en todo Yemen, la violaron y golpearon reiteradamente, hasta que murió. Ahora está enterrada lejos de su hogar y el traficante que la asesinó está libre.

“Entre 2011 y 2012 hubo un aumento significativo en el contrabando y el tráfico, así como en los casos reportados de violencia y abusos perpetrados contra recién llegadas”, dijo Edward Leposky, de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). En 2011, Acnur registró 103.000 nuevas llegadas a Yemen. Se trata del mayor influjo registrado desde que se empezó a documentar estadísticas hace seis años, y Leposky sospecha que en 2012 se produjo un aumento. Se cree que los números reales son muy superiores.

Las mujeres que inmigran, principalmente etíopes y somalíes, a menudo huyen de la pobreza y la violencia reinantes en sus países de origen. Pagan cientos de dólares para llegar a puntos de tránsito en Yibuti o Puntlandia (autoproclamado estado autónomo de Somalia), y también para ser trasladadas a Yemen en peligrosas embarcaciones hacinadas, cuyos trayectos pueden durar entre uno y tres días.

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